Seguro has escuchado que para bajar de peso solo necesitas “comer menos y moverte más”, pero ¿y si el problema es mucho más grande que eso?
En el Seminario Nacional en Prevención de la Obesidad Infantil, parte del proyecto CIELO, una iniciativa cofinanciada por Erasmus+ de la Unión Europea que une a universidades de México, Chile, Costa Rica, Letonia, Finlandia y Polonia para fortalecer la promoción de la salud en América Latina, impartida en la Universidad La Salle México, el Dr. Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud México, dejó claro que la obesidad no solo es cuestión de voluntad, sino el resultado de un sistema lleno de trampas. Factores como el entorno, las políticas gubernamentales y la industria de los alimentos ultraprocesados (embutidos, papas, galletas) juegan un papel importante.
Actualmente, las cifras son alarmantes. Para 2035, se estima que 1 de cada 4 personas vivirá con obesidad, con un costo global en salud pública de 4.32 trillones de dólares. La obesidad infantil también se duplicará en ese periodo, convirtiéndose en un problema no solo del presente, sino una bomba de tiempo para el futuro. En América Latina, México y Brasil están entre los seis países con mayor índice de obesidad.
Uno de los puntos clave del seminario fue desmentir la idea de que la obesidad es simple resultado de malos hábitos individuales. El Dr. Barquera explicó que hay factores estructurales dentro de esta crisis. En las últimas décadas, el sistema alimentario ha cambiado drásticamente: el consumo de refrescos aumentó un 40%, la comida chatarra un 30%, mientras que el de frutas y verduras cayó un 29%. En México, el 30% de la dieta diaria proviene de la comida chatarra.
Afortunadamente, el país ha tomado medidas importantes. En 2013 se aprobaron los impuestos a productos no saludables, como refrescos y comida ultraprocesada. Aunque la industria alimentaria argumentó que no había evidencia suficiente sobre el daño de estas bebidas, hoy se sabe que su consumo está directamente relacionado con 40,000 muertes anuales en México. Además, el etiquetado de advertencia implementado en 2020 ha permitido que el 60% de la población identifique productos con exceso de azúcar, grasas o sodio y tome decisiones informadas.
Para combatir la obesidad, no basta con culpar a las personas, es necesario transformar el sistema. El sector educativo, por ejemplo, juega un papel clave al incluir en los programas escolares información sobre alimentación saludable y sostenible, incluso, el sector agropecuario tiene un rol crucial al fomentar la producción de alimentos frescos y de calidad. La prevención de esta enfermedad no es solo tarea del personal de salud, sino un derecho de todas las personas.
Por ello, se ha actualizado el Plato del Bien Comer, una guía visual que ayuda a llevar una alimentación equilibrada con énfasis en alimentos de origen vegetal, no solo por sus beneficios para la salud, sino por su bajo impacto ambiental. Su objetivo es que cualquier persona, sin importar su nivel de conocimiento en nutrición, pueda identificar fácilmente las proporciones recomendadas de cada grupo de alimentos.
El mensaje es claro, la obesidad no es un problema de individuos flojos o sin autocontrol, sino el resultado de malas políticas alimentarias, publicidad engañosa y un sistema que hace que la comida poco saludable sea la opción más accesible. Con el lema “Cambiemos los sistemas para tener vidas saludables”, el Día Mundial de la Obesidad (4 de marzo) nos recuerda que la solución no está en señalar a las personas, sino en transformar el entorno en el que vivimos.
Deja un comentario