Crónicas de una editora: una mirada al mundo de las revistas científicas
Por: Carmen Lozano, Universidad Anáhuac México
Es inimaginable hablar de revistas científicas sin asociarlo con la lectura en general. En mi caso, este gusto por la lectura se inició desde niña con los escasos libros que teníamos en casa y fue alimentado por los cuentos infantiles que mi padre compraba especialmente para mí. En esta etapa comenzó mi gusto por las novelas clásicas. Esto desembocó en el hábito de revisar con cautela todo documento escrito al que tuviera acceso, desarrollando así un ojo crítico para la ortografía y la redacción. Lamentablemente, resulté más crítica que experta y, como muchos sabrán, a los ojos de un adulto puede resultar insolente un niño que todo el tiempo revisa y corrige la escritura de los demás. Sin embargo, sin saberlo, de algún modo, esto me acercaba a mi vida adulta y profesional.
Por su parte, mi viaje profesional ha sido una travesía llena de descubrimientos y desafíos aún mayores. Sorpresivamente para todos y, para mí misma, comenzó en el ámbito de las Matemáticas y ha desembocado, hasta el momento, en el vasto territorio de las Ciencias Sociales. A lo largo de este fascinante recorrido, no imaginé que haría una parada en el mundo de la edición de revistas científicas.
Mi incursión en la investigación me sumergió en la aplicación de las matemáticas al campo de los Negocios, donde tuve mi primer contacto con la escritura y revisión de artículos científicos. Posteriormente, asumí el rol de editora de sección en la Revista Latinoamericana de Investigación Social. Esta experiencia me brindó una nueva perspectiva sobre el proceso editorial y avivó en mí la pasión por dar forma y promover el conocimiento científico. Con determinación y dedicación, ascendí a la posición de editora en jefa de dicha revista, una responsabilidad que asumí con entusiasmo y compromiso.
Como mujer, he tenido el privilegio de desempeñar múltiples roles en mi vida: investigadora, docente, madre y esposa. Aunque encontrar un equilibrio entre estos roles puede ser desafiante en ocasiones, me otorga una sensación de plenitud y felicidad. Creo firmemente en la importancia de visibilizar que las mujeres poseemos la capacidad, las herramientas y las habilidades para incursionar en cualquier ámbito, incluido el científico y académico.
En mi trayectoria profesional, la necesidad de demostrar mis capacidades y competencias ha sido una constante en todos los ámbitos en los que me desenvuelvo. El mundo editorial no es la excepción, siendo un campo donde la visibilidad de las mujeres editoras sigue siendo limitada. Solo el 30% de las mujeres tienen presencia en la industria editorial, medios de difusión, festivales o premios literarios a nivel mundial. Estas cifras subrayan la persistente desigualdad de género en el ámbito editorial, una problemática que también se refleja en el mundo de las revistas científicas. A pesar de los avances en términos de inclusión y diversidad, la visibilidad y participación de las mujeres en roles editoriales sigue siendo limitada.
El camino de las mujeres como editoras en México se comenzó a trazar desde el siglo XIX, con figuras como Laureana Wright de Kleinhans, quien desafió las normas de su tiempo al publicar obras como “La emancipación de la mujer por medio del estudio”. Cristina Farfán, Rita Cetina, Gertrudis Tenorio Zavala, entre otras, incursionaron como editoras o directoras de publicaciones. Su legado en la producción académica continúa siendo una fuente de inspiración para otras mujeres, en un campo que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo predominantemente masculino.
En cuanto a mi experiencia como mujer en la edición de revistas científicas, ésta ha sido gratificante a nivel profesional y ha representado una oportunidad para romper barreras y allanar el camino para las generaciones futuras. Este viaje a través del mundo de la editorial académica implica una amplia gama de habilidades y conocimientos que abarcan desde el manejo de plataformas hasta la creatividad en la selección y desarrollo de temas. Desde la selección de manuscritos hasta la coordinación de procesos de revisión por pares, el dominio de estas herramientas es fundamental para garantizar la calidad y eficiencia en la producción de las revistas científicas.
El ingenio desempeña un papel crucial en la selección y desarrollo de los temas que abordamos en nuestras revistas. Esto implica estar al tanto de las tendencias actuales en la investigación académica y ser capaz de identificar áreas de interés y relevancia para nuestros lectores. La capacidad de anticiparse a las necesidades del público objetivo y ofrecer contenido innovador y estimulante es esencial para mantenernos a la vanguardia en nuestro campo. Además, la escritura y la redacción son aspectos centrales de mi trabajo diario. La capacidad de expresar ideas de manera clara, concisa y persuasiva es fundamental para comunicar eficazmente el conocimiento académico a nuestra audiencia.
A medida que me adentraba en este universo de las revistas científicas, comprendí la importancia de la capacitación y el perfeccionamiento para equipararme con los editores más reconocidos. Considero fundamental que todo investigador o persona interesada en compartir conocimiento con la sociedad tenga la experiencia de ser editor de una revista. Estos foros de comunicación científica no solo destacan el trabajo de las mujeres, sino que también fomentan la ética en los procesos editoriales y reconocen el valioso papel que desempeñan en la producción y difusión del conocimiento científico. En última instancia, mi trayectoria como editora es un testimonio de la capacidad de adaptación y resiliencia, y subraya la importancia de la diversidad y la inclusión en el ámbito académico y científico.
Mi experiencia personal como mujer en el mundo de las revistas científicas se entrelaza con la igualdad de género en todos los ámbitos, incluido el editorial, para garantizar que todas las voces tengan la oportunidad de ser escuchadas y valoradas en igual medida.
Por último, cierro esta reflexión sobre mi camino recorrido resaltando que los intereses de la infancia pueden florecer exitosamente en la vida adulta. Así que, ¡dejemos que las niñas sean valientes, curiosas e insolentes! y apoyemos sus sueños.