Una reflexión personal sobre los desafíos y beneficios de aprender inglés, destacando el impacto cultural y profesional del idioma.
Por: Gloria Ciria Valdéz Gardea, El Colegio de Sonora
Al escuchar esa pregunta un escalofrío corre por la piel, recordé las primeras semanas en el posgrado de antropología de la Universidad de Arizona. Era el año de 1994. La que habla tenía una especie de bloqueo mental, casi casi resistencia de aprender el idioma del inglés. Mi vida académica en la licenciatura en la Universidad de Sonora había estado influenciada por lecturas críticas sobre el “capitalismo salvaje” en palabras de Chomsky, o las consecuencias políticas, económicas y sociales del colonialismo estadounidense en América Latina, ni que decir del interés del Fondo Monetario Internacional en los países subdesarrollados, y la crítica constante en los escritos de García Canclini sobre cómo el lenguaje y la cultura mexicana han sido impactadas por el comercio y productos mediáticos del vecino país.
Mi resistencia llevó a sólo pasar la materia de inglés en la secundaria y preparatoria y no practicarlo. Al terminar la universidad me fui un verano a Maine California donde vivían unos tíos ahí me inscribí en un curso gratuito para aprender el idioma. También estuve un mes en la Universidad de Arizona en Tucson intentando aprender el idioma.
Así que cuando llegué a Tucson para mis estudios de posgrado no entendía casi nada. Algunos profesores me dejaron hacer los exámenes en español. Me apoyé en compañeros de clases que venían de otras partes de México, asistía a sus clubs de estudios y preguntaba lo que no entendía. Percibí las actitudes de condescendencia que tenían algunos maestros hacía mí. Quizás se llegaron a preguntar: ¿what the hell is this woman doing here?
Poco a poco fui fortaleciendo mi “speaking” ya me atrevía a hacer preguntas sobre todo cuando las clases eran sobre temas de América Latina y en particular de México.
Finalmente terminé mis estudios de doctorado, no alcancé a dominar al cien por ciento el idioma del inglés.
Mi hijo actualmente de 28 años vive en New York, cuando voy a visitarlo me pregunta en tono sarcástico y burlón: ¿mamá cómo le hiciste para terminar el doctorado? Generalmente lo pregunta cuando me escucha pedir comida en algún restaurante, a mí no me queda más que carcajearme y el termina riéndose conmigo. Y que decir en las cenas de navidad cuando viene de vacaciones con su novia. El y mi hija también bilingüe, se mofan siempre de mi cuando platico con Dany todo el día es sacar cura de mi “speaking” así que como dicen los jóvenes “soporta mamá”.
Durante mi carrera como profesor-investigador por casi 20 años en El Colegio de Sonora he evitado las oportunidades de asistir a conferencias en Estados Unidos por mi limitado inglés. También he rechazado invitaciones a colaborar en capítulos de libros o artículos de investigación por falta de tiempo pues tendría que invertir muchas horas para escribirlos en inglés.
Sé que ahora se puede hacer uso de los traductores e incluso de la inteligencia artificial sin embargo no es lo mismo. Como antropóloga las subjetividades de las personas, sus sentimientos, emociones, percepciones en sus narrativas son de interés, así que desconfío que puedan ser captadas en su plenitud por algún apoyo tecnológico.
Escribir y hablar en el idioma inglés nos brinda la oportunidad de expandir y trasmitir nuestro conocimiento. Nadie puede cambiar la realidad: compartimos frontera geográfica con el país más poderoso del mundo. Intercambiamos bienes, materiales y servicios a través de un tratado de libre comercio Tec-Mec. Nos une la historia, la geografía, y la vecindad.
Somos consumidores en las empresas trasnacionales que habitan desde hace muchos años en nuestro territorio: McDonalds, Walmart, Pizza Hat, Dominos Pizza, Costco, etc. etc. Consumimos su música, conciertos, bienes, equipos, y muchos de nosotros tenemos la oportunidad incluso de ir a vacacionar por allá.
Entonces ¿porque resistirnos? Me lo pregunto ahora yo misma.
Es importante que las nuevas generaciones comprendan la importancia de aprender no sólo el inglés sino otros idiomas. Vivimos en un mundo globalizado donde el conocimiento del inglés es una necesidad para incorporarse al mercado laboral. Para las personas que desean estudiar una maestría o doctorado es uno de los requisitos para ser admitidos, además puedes irte de intercambio, el idioma inglés te da acceso a miles de documentos que hay en las redes, tienes más opciones de turismo. Esto último es muy importante pues el conocer el idioma hace que disminuya el estrés del viaje y la incertidumbre de que se te pregunte algo en el aeropuerto y que no lo sepas imagínate de las instrucciones para llegar a tu “gate” O algún cambio de vuelo. Casi me vi acercándome a una persona que parezca hispana con la clásica pregunta: ¿habla Español?.
Los jóvenes que dominan tienen la oportunidad de trabajar en un call center y así apoyar a sus familias económicamente financiando ellos mismo sus estudios. Ello fortalece al ser humano y le brinda una experiencia laboral y de convivencia con otras personas.
El hablar y escribir ingles te ayuda a socializar con otras culturas recordemos que es uno de los idiomas más hablado a nivel mundial. Sobre todo, nos ayuda a empatizar, conocer otros pueblos y respetar la diversidad de las naciones.
Finalmente me gustaría decir que muchas cosas he dejado de hacer por mi limitado inglés, que no te pase eso a ti. Si tienes un sueño que no te lo limite el no saber el idioma.